Entre su alma y la mía
hay un cordón de agua;
un cordón de fuego y plata.
Estamos unidos por las manos,
por el sexo
y por la espalda.
Desde el
futuro hasta el presente,
desde el dolor a este día.
De su mirada a la mía
hay tormentas,
lunas y distancia.
Podemos vernos a los ojos
y entregarnos la mirada.
Somos la espada que corta el tiempo.
El ancla que detiene al mar.
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