Cuando el diablo me visita
gaviotas de fuego incendian la tarde.
En el horizonte se gestan las llamas,
en sus manos sucias la fiebre.
Cuando el diablo me visita
el deseo desata el fuego,
dibuja el calor en la piel del aire.
Que placer redescubrir,
advertir cuando la carne se transforma.
Cuando el diablo me visita
su sexo desnudo enreda el desvelo,
en ese instante el universo se reduce
al espacio que ocupan nuestros cuerpos.
En ese instante
como raíces nocturnas
se enredan sus besos en mi lengua.
Cuando el diablo me visita
mis labios sin palabras,
son una fragua de gemidos.
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