I
Esta mañana
la luz entró por la ventana
como un suspiro,
como el aliento de Dios
en el calor de tus miradas.
Hoy el cielo abrió los ojos
como un recién nacido.
Entregando en nuestras manos
la primera luz del día.
II
Esta mañana es más
que cualquier instante.
Hoy el día te pertenece.
III
Hoy quiero sentirme vivo,
abrigar en mi corazón
el suspiro más tibio
de las aves.
Quiero entonar todas las voces,
cantar con ellas tu nombre,
albergar en mí las palabras más dulces
y hacer callar a la tristeza.
IV
¿Cómo he de preparar mi corazón?
¿Cómo he de decir te quiero
sin usar esas palabras
que tú me diste?
Y que hoy
no son mas una chispa
en la enorme luz de tu mirada.
V
Anoche
un ángel limpiaba el cielo
estrella por estrella.
Iba encendiendo promesas y oraciones.
Sus ojos torpes en la noche
eran guiados por la voz de un niño
que le hablaba desde tierra.
Tantas veces he sido ese ángel
limpiando una a una mis penas
y tú ese niño
que lo guiaba desde la conciencia.
VI
Anoche mi voz temblaba
repitiendo tú nombre,
en la voz del niño
y en la voz del hombre.
Quería encontrar la manera
de expresarte mi alegría,
esta emoción de ser parte tuya,
un pedacito de tu magia.
VII
Anoche entendí que
mi vida inició hace sesenta años
justo el día que abriste los ojos
y Dios te trajo de la mano al mundo.
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