no
es un vacío,
es
la ausencia.
Ya
no hay motivos suficientes.
Atrás
quedaron la poca edad
y
el desconcierto,
pero
me siento solo.
Con
una soledad que no me paraliza;
sin
embargo duele,
quedito,
debajo
de las uñas,
en
una parte mínima del cuerpo.
Todos
los fantasmas duermen,
reposan
tranquilos
en
las arrugas de mi frente
y
la tela gastada de mi abrigo.
Sin
embargo
algo
me asusta por las noches.
La
oscuridad se puebla
de
catástrofes,
de
historias inconclusas,
de
migajas y cenizas.
Ya
no soy el mismo.
Esta
soledad es otra,
ni
siquiera agonía o descontento.
Esta
soledad es el niño de ojos tristes
que
nunca dirá mi nombre.
1 comentario:
Me gusto, releido 3 veces, a pesar o a consecuencia de que no soy fan de la poesia.
Publicar un comentario