Intenta
nombrar, no el otoño, sino la magia de las hojas cayendo sobre el viento.
Intenta nombrar, no el mar, sino el castillo de sal sobre las olas; no el amor,
sino la ansiedad de entregarse y creer en el destino. Intenta nombrar toda la
belleza del mundo; y a veces las palabras no te alcanzan.
No hay
como describir los sonidos de las hojas cuando se arremolinan contra el suelo;
ni cómo explicar el sonido de cristales cuando el mar estalla. Intenta
describir el sonido de la lluvia que cae sobre la hierba, del sol cuando se
esconde entre las piedras, de las caricias cuando hacen callar el miedo; y a
veces es imposible.
Debería
haber otro lenguaje, hecho de silencios y miradas. Un lenguaje de silencios; un
silencio universal que exprese lo que siento.
Que
importa si el sonido nunca llega, si son mis manos las que hablan, si son mis
ojos los que escuchan. Sólo espero que no me canse de expresar y que nunca
tenga que mentir. Que aquellos que tienen voz nunca tenga que callar. Y que
aquellos que puedan oír quieran entender.
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